Historia

Historia de El Bejarín

La historia de El Bejarín se define por la compra-venta de éste a lo largo de los años, pasando así por diversos propietarios. A finales del siglo XV era propietario de gran parte de El Bejarín, según un documento del 25 de mayo de 1494, Sancho Benavides, del cual se sabe que arrienda todas las tierras que tenía en los pagos de Albejarín y de Acequia a varios musulmanes de Guadix y otros lugares. Más tarde, sería dueño Alonso Álvarez de Bohórquez. La propiedad pasó al Duque de Gor, los descendientes de este venderían la propiedad al Don Ramón Fernández de Córdoba, Marqués de Zarco. Por último Don Manuel Pardo y Pardo, compraría El Bejarín, según la escritura dada en Madrid el 25 de febrero de 1924. Según los documentos encontrados el pueblo ha cambiado de nombre en distintas ocasiones: Albexarín, Albejarín, El Vejarín, Vejarín y aldea o villa de El Bejarín.

Información sacada de Wikipedia

ROMANCE DEL CRIMEN DE EL BEJARÍN

En la provincia de Granada, muy cerca de Guadix, hay un pueblo que se llama Bejarín. Este pueblo es muy pequeño, de nobleza y humildad, y en medio de este pueblo vivía este crimifnal.

Virgen mía de las Angustias, chorros de luz para explicar, ha ocurrido el crimen más grande que ensueña la humanidad.

Vivían unos anciano que estaban medio regular, ellos tenían una tienda para ayuda al capital. Para ayuda de la vieja, tenían una criada, la querían como una hija, porque muchos años llevaba.

Por encima de esta casa, este criminal vivía, tenía mucho capital, porque robando lo hacía. Un día de su descanso con el anciano fue a hablar, si usted me vende la finca yo se la puedo comprar. Usted me hace las escrituras y me las firma primero, y yo se la pagaré pues cuando tenga el dinero. El anciano le contesta: eso no lo puedo hacer, cuando tú a mí me la pagues entonces la firmaré.

Este traidor se ha callado y a su casa se marchaba, no paraba de pensar de qué modo y qué manera la finca puede robar. Haciendo escrituras falsas y después ir a firmar, se creía este asesino, que todo se iba a salvar.

A deshoras de la noche, él a la puerta llamaba, y viendo que era el vecino, la puerta le flanqueaba. Véndame usted una pastilla que me duele la cabeza, la anciana con buena fe, se metió en el mostrador, con el cuchillo en la mano el criminal le tiró. Con tan fuerte puñalada le entregó su alma a Dios, cuando ya la dejó muerta, al cuarto del anciano entró y como estaba despierto con el criminal luchó.

A los gritos del anciano, la criada despertó, al momento el anciano al suelo muerto calló. Con el cuchillo en la mano, al cuarto de la criada entró, por Dios Antonio no me mates, que no te voy a declarar. Tú llevas aquí algún tiempo y no callarías ná, diciendo estas palabras, él al pecho le tiró, y sin amparo ninguno, le entregó su alma a Dios.

Cuando hizo los asesinatos, él por la puerta marchaba, este hombre criminal todo muy bien lo pensaba. Si yo dejo los difuntos, la justicia me buscará, por las huellas de las manos.

Él ha cogido a los muertos y al corral los sacaba y con un hacha en la mano, a los tres los destrozaba.

El dedo gordo de la mano al anciano le cortaba y los documentos falsos el criminal los firmaba. Con la leña que allí había, con las mesas y platero y con tres latas de aceite, este hombre emprende el fuego.

El criminal muy tranquilo, en la silla se sentaba, mientras quema a los difuntos, un paquete se fumaba. De la peste de la grasa, él no podía aguantar, dentro de una habitación, se tenía que refugiar. Ya venía rompiendo el día y el criminal se marchó, para que lo viera, que él había sido el traidor. Él se marchaba a su casa y las manos se lavó, y guardando las herramientas para Guadix se marchó.

A las ocho de la mañana, los vecinos transitaban y no podían resistir de la peste de la grasa. Viendo que ya era tan tarde y aquella puerta no habría, dieron parte a la Justicia por ver lo que sucedía.

La justicia entró en la casa y asombrada se quedaba, al encontrarse en el fuego con los pies de la criada. En el pueblo de Bejarín la justicia preguntaba, y en pueblo tan pequeño, al traidor no lo encontraban.

Al pasar algunos días, él al pueblo regresaba, por causa de los documentos, en este hombre sospechaban. Lo cogieron prisionero y a Guadix lo regresaban y a una voz pedía el pueblo, que en la plaza lo quemaran.

Aquí termina señores, esta historia que explicamos, este hombre mató a tres y después los ha quemado. El público que me escucha, que me escuche con afán, para que sirva de ejemplo, para que no se haga más.

Vídeo El Crimen de El Bejarín -Queridísimos verdugos TVE-

Versión del romance de El Bejarín  de Ramón Gonzalo Rodríguez García cantado por su grupo Fandila

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